4 de julio de 2011

Capítulo Tres: Escapada

La piedra golpeó el cristal de la ventana con delicadeza en medio de la silenciosa noche, haciendo un ruido que provocó que las aves que estaban por ahí tomaran el vuelo asustadas.
–Gabrielle –gritó rogando que ella lo escuchara sin que su tía lo hiciera–. ¡Gabrielle!
El cristal se deslizó a un lado dejando ver los cabellos rojos de la chica.
–¿Axel? –preguntó en un susurro adormilado–. ¿Has visto qué hora es? Ve a tu casa y duerme, eso hacen las personas normales.
Bueno, no soy una persona normal desde mi punto de vista, se dijo a sí mismo.
–Vamos, ven conmigo, te divertirás –dijo esbozando una sonrisa torcida.
Ella sacudió la cabeza de un lado a otro.
–No puedo salir, mi tía se dará cuenta y estaré el resto de las vacaciones encerrada aquí.
–No se dará cuenta si sales por la ventana –comentó él.
–Estás loco –dijo ella sonriendo.
–Te atraparé –jugó Axel.
Gabrielle suspiró y negó con la cabeza, sin embargo dijo:
–Iré a cambiarme, no tardo.
Axel sonrió al ver a Gabrielle cerrar de nuevo la ventana y escuchó cómo abría una cremallera –de la maleta supuso– y oyó el roce de las ropas con su cuerpo. En unos minutos, ella estuvo de nuevo mirando hacia abajo desde la ventana.
–Bajaré por la enredadera de flores y luego me ayudas, ¿ok? –planeó con una sonrisa en su angelical rostro.
Por un momento, Axel se perdió en ella. Nunca antes se había sentido así y, sin embargo, el día anterior cuando la había visto, algo dentro de él que había creído perdido se removió. Y luego cuando ella le dijo su nombre, el alma se le cayó a los pies y por poco su sonrisa se desvanecía de la infelicidad. Era ella.
–Está bien –acordó y enseguida Gabrielle se puso a trepar hacia abajo, cuando estuvo lo suficientemente cerca del piso, Axel se acercó, la cargó y la depositó en el suelo suavemente. No obstante no la soltó y se quedó prendado de sus ojos.
–Gracias –susurró Gabrielle.
–Estoy a tus servicios –dijo recobrando los sentidos y sonriéndole arrogantemente.
Gabrielle no pudo hacer nada más que sonreír. Nunca le habían gustado los muchachos arrogantes, pero sabía que Axel no era así, no sabía cómo era que lo sabía, pero lo sabía.
–¿Y a dónde vamos? ¿O es que me volverás a tapar los ojos?
Axel le sonrió.
–No, no lo haré. Quiero que vengas a un lugar conmigo.
La tomó de la mano y empezó a caminar hacia un lugar desconocido para Gabrielle, con ella a su lado.
Gabrielle miró sus manos juntas y una sonrisa estúpida se asomó en las comisuras de sus labios.
Las calles de Volterra por la noche eran muy tranquilas, nada parecidas a las de su hogar en Dallas. Allá siempre había luces prendidas en el oscuro manto que cubría la noche. Además de coches transitando con las luces encendidas por las calles o yendo al supermercado. Nunca tan silenciosas como esa en la que sólo se escuchaban las risas de Axel y Gabrielle.
–Ven, tendremos que subir muchas escaleras pero vale la pena –aseguró Axel mirándola fijamente a los ojos.
Gabrielle asintió y caminaron unos minutos más antes de llegar al pie de las escaleras que había mencionado Axel. Ella abrió la boca al mirar hacia arriba y ver tantos escalones como nunca antes en su vida.
–Vale la pena, ya lo verás –dijo al ver su expresión.
Ella suspiró y rodó los ojos esbozando una sonrisa antes de empezar a subir y jalarlo para que la siguiera.
Cuando llegaron arriba, Gabrielle no pudo más que apoyarse en sus rodillas para descansar y luego, al levantar la vista y ver que Axel no estaba así de cansado como ella, se sintió un poco tonta. Sin embargo, él le sonrió.
–¿Qué es lo que querías mostrarme? –preguntó ella curiosa cuando se recuperó.
–Esto –dijo haciendo un ademán que mostraba la terraza en la que estaban, bajo la luna del estrellado firmamento.
Ella sonrió. Era hermoso, especialmente porque daba a una vista de Volterra completa. Era total y asombrosamente magnífico. Recorrió con la vista todo el pueblo en el que ahora vivía y su sonrisa se quedó congelada al ver una sombra a la distancia.
El castillo le devolvió la mirada sombríamente, como si él también estuviera atrapado en la misma pesadilla.
Los rostros de Axel y del muchacho que había asesinado a su padre, el mismo con el que había soñado esa misma noche y lo había olvidado hasta aquel momento, se mezclaron y la confundieron, haciendo que se tambaleara y Axel se acercara a ayudarla. Sin embargo, en cuanto la tocó, retiró la mano rápidamente.
Se miró la mano confundido y la miró buscando alguna explicación a la electricidad que había hecho que se alejara y que había salido de la mano de Gabrielle. No obstante, cuando encontró sus ojos, se arrepintió. Nada estaba saliendo según lo planeado.
–¿Qué sucede? –preguntó, prefiriendo no tocarla.
El rostro de Gabrielle demostraba horror y al escucharlo hablar, retrocedió unos pasos.
De pronto se escuchó un suspiro que inundó el silencio entre los dos.
–Sabía que no podrías encargarte de esto, Axel –dijo una voz masculina que a oídos de Gabrielle pareció tener la suave textura del terciopelo.
Ella buscó el propietario de la voz y se dio cuenta de que de la nada estaba a unos metros de Axel. Lo escrudiñó con la mirada, y al llegar a sus ojos color carmesí, retrocedió unos cuantos pasos más. Con el corazón martilleándole el pecho, se dio cuenta de que no había nada más detrás y sin más, cayó.
–¡Gabrielle! –gritó Axel mientras ella veía cómo se lanzaba al vacío por donde ella había caído.
Está loco, alcanzó a pensar Gabrielle. No debió saltar por mí, morirá.
Y luego sus sentidos parecieron dormirse y todo se volvió oscuro.

–Lo sé y lo siento, señora. Nunca fue mi intención…
–¿Estás seguro que no le pasó nada? –preguntó Artemis entre preocupada y enojada.
–Seguro. Su sobrina está completamente bien. Ningún rasguño siquiera, sólo se cayó y se golpeó la cabeza antes de desmayarse.
Los ojos de Gabrielle se abrieron lentamente y al instante, las miradas de su tía y de Axel estaban puestas sobre ella.
–¿Q-qué sucede? –preguntó intentando incorporarse en el sillón de la casa de su tía.
Artemis suspiró aliviada y se acercó rápidamente hacia ella.
–¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Te sientes mal? –preguntó atropelladamente.
–¿Gabrielle? –preguntó una voz indecisa.
Como acto reflejo, Gabrielle ignoró las preguntas de su tía y miró más allá de ella para encontrarse con la mirada atenta y precavida del muchacho de cabellos rubios.
–¿Te encuentras bien?
Ella asintió aturdida.
Entonces Axel miró hacia la venta y vio que afuera había un poco más de luz que la que debía haber de noche.
–Entonces creo que debería irme –dijo Axel–. Volveré más tarde para ver cómo te encuentras. ¿Segura que estás bien? –inquirió caminando hacia la puerta.
–Sí –pero las palabras se perdieron en el aire mientras veía cómo Axel salía de la casa sin decir nada más.
Artemis miró a su sobrina duramente, ignorando al joven que se acababa de ir.
–¿Qué sucedió?
–Me caí –dijo Gabrielle automáticamente, sin lograr creerlo ella misma; sin embargo, eso era lo que recordaba que había pasado.
Se estrujó el cerebro intentando recordar qué más habían hecho y sólo logró ver en su memoria el sitio en el que se cayó.
La playa. Era ilógico, ahí no había rocas con las que tropezar y caer.
–El doctor está en camino –le informó su tía–. Así estaremos seguras de que estás completamente bien.
Y así fue. Llegó unos minutos después.
–Buenas tardes, Artemis. Hace mucho que no te veía.
La abrazó mientras que Gabrielle sólo los miraba. Entonces él dirigió su mirada hacia ella.
–Tú debes ser Gabrielle.
Asintió callada.
–Soy el doctor Collins. Soy amigo de tu tía desde que éramos niños, también conozco a tu madre. Fuimos muy buenos amigos. –Hizo una pausa–. ¿Dejarás que te examine, princesita?
–No necesita hablarme como si fuera un niña de cinco años –espetó Gabrielle rudamente.
–¡Gabrielle! –la reprendió su tía entre enfadada y sorprendida por su comportamiento.
–Tranquila, Artemis. No me he molestado –aseguró–. Supongo que era cierto en parte –agregó sonriendo.
La tía fulminó con la mirada a su sobrina, nunca había tenido la necesidad de hacerlo y ahora le parecía un momento extraño para comenzar.
–Bien, comencemos –dijo el doctor mientras abría el maletín con el que había entrado y sacaba una pequeña linterna.
–Tu tía me ha dicho que te has golpeado la cabeza –platicó él mientras encendía el aparato y lo levantaba a la altura de los ojos de Gabrielle.
La luz roja la cegó durante un momento y la imagen se duplicó, haciéndola ver dos luces rojas en lugar de una.
Dos luces rojas… Dos ojos rojos…
Del color de la sangre.
Gabrielle volteó la cara a un lado asustada y Artemis y el doctor Collins la miraron extrañados.
–No toleras la luz. Mmm… Creo que después de todo el golpe sí fue duro. ¿Despertaste sola luego de desmayarte?
–Em… No, estaba comigo y con un muchachito… Humm… ¿Cuál era su nombre?
–Axel –respondió Gabrielle en un segundo. Sin embargo su mente estaba en un lugar lejano a la sala de su tía y mantenía los ojos cerrados.
–Bueno, pero estás bien, te acostumbraras a la luz, apenas está amaneciendo y todo está muy oscuro aún así que no hay ningún problema con ello.
–¿Entonces está bie…?
El timbre del teléfono interrumpió a Artemis e hizo que ésta hiciera una mueca.
–Llamé a tu mamá. Lo siento, Gabb, me preocupé.
–¡¿Llamaste a mi madre?! ¡¿Y qué rayos le dijiste?! ¡Querrá que regrese a Dallas ya mismo!
–Lo lamento, pensé que habías vuelto a consumir droga y que por eso te habías desmayado. Ahora me doy cuenta de que no era así. De verdad lo siento. Contestaré –dijo mientras corría a la cocina donde se dejó escuchar de nuevo el timbre del teléfono.
El doctor escrudiñó con la mirada a Gabrielle.
–¿Qué? –preguntó ella en un casi rugido.
Él negó con la cabeza y sus ojos parecieron desilusionados.
–Nada –dijo solamente.
–Quiere hablar contigo –le comunicó Artemis asomando la cabeza por la puerta de la cocina con una mueca en su bello rostro y le tendió el teléfono.
Gabrielle se levantó del sillón y mientras caminaba hacia ella, su visión captó una pintura en especial.
Su corazón empezó a martillear al ver el cuadro del castillo medieval detrás de su tía.

4 comentarios:

  1. Me encantóooo!!!Buah, me dejaste intrigadisima;) Tienes que publicar pronto:D Cuídate mucho.
    Besos y abrazos...
    Any
    xD

    ResponderEliminar
  2. Hola A.J!!
    Me encanto el capi!! Ya extrañaba la historia!!
    Cuando ella se escapo de la casa me imagine una escena tipo Rapunzel!! Jajaja me gusto mucho!!
    Axel es un verdadero caballero! Es tan tierno con Gabrielle!!
    Odio las escaleras!!! Pero tambien las hubiera subido con gusto si desde arriba se pudiera contemplar una vista como esa!! Amo los lugares altos, desde donde se puede ver toda una ciudad!! Me parecen tan espectaculares!!
    Lastima que recordo lo de la pesadilla al ver el castillo! Los dos muchachos que asesinaron a su padre son Axel y Alec?? :o No entendi muy bien eso, pero esa fue la impresion que tuve al leer el cap!!
    Ojos rojos! Del color de la sangre?! Vampiros?!? Yei!! Jajajaja Estoy intrigada!! :P
    Creo que no sirvio de nada que Axel la salvara en la caida si ahora la mama de Gabrielle la va a matar cuando hablen por telefono!! :S
    Publica pronto!! Espero con ansias el siguiente cap!!
    Mariu :D

    ResponderEliminar
  3. Ola!!! soy nueva
    estuvo genial el cap
    debes seguirla
    jejeje
    xq si no lo haces me volvere loca
    y eso no es nada buenooo
    cuidate!!
    sube pronto...

    ResponderEliminar
  4. Hola, estoy empesando a escribir una historia con Alec, porfavor leanlo y diganme si les gusta.
    aqui les dejo el link.
    http://deseoalanochecer-alecvulturiytuhot.blogspot.com/

    ResponderEliminar